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Así funciona un cerebro sensible cuando todo suena demasiado fuerte

  • Foto del escritor: Claudia Salas
    Claudia Salas
  • 5 nov
  • 5 Min. de lectura

Si en una discusión sientes que las palabras te atraviesan como si el volumen subiera sin aviso, si percibes cada tono, cada gesto y te quedas agotada después, no estás “mal”. Estás viviendo lo que la neurociencia llama sensibilidad de procesamiento.

Es biología...te cuento.


1. Cuando el mundo suena más fuerte (aunque nadie haya gritado)

Imagina la escena: discutes con alguien. La otra persona sube un poco la voz y tú lo sientes como si te gritaran. Tu cuerpo reacciona antes de que alcances a pensarlo: el corazón acelera, los músculos se tensan, y todo tu sistema nervioso parece decir “¡alerta, peligro!”.

Después de la conversación, te quedas drenada, como si hubieras corrido una maratón emocional. No sabes si fue la discusión o el volumen… pero sabes que te afectó.

Si te pasa, es muy probable que tu cerebro procese más información sensorial y emocional por segundo que el promedio.


Un estudio en Frontiers in Human Neuroscience (2014) mostró que las personas con alta sensibilidad presentan mayor activación en regiones cerebrales ligadas a la empatía y la conciencia emocional, como la ínsula y el giro frontal inferior. En palabras simples: sienten más, porque perciben más.

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2. Qué significa realmente “ser PAS” (y no, no es una moda de TikTok)

PAS es la sigla de Persona Altamente Sensible, término acuñado por la psicóloga Elaine Aron en los 90. No se trata de un diagnóstico, sino de un rasgo de temperamento conocido como Sensory Processing Sensitivity (SPS).

Según Biological Psychology (2018), cerca del 20 % de la población tiene un sistema nervioso con mayor capacidad de respuesta ante estímulos del entorno. Eso implica que una conversación tensa, una luz fuerte o una emoción ajena pueden sentirse intensas, incluso abrumadoras.

La SPS se caracteriza por cuatro elementos principales (Aron & Aron, 1997):

  • Profundidad de procesamiento: analizas más, conectas más puntos.

  • Sobreestimulación: te saturas más rápido ante ruido o conflicto.

  • Reactividad emocional y empatía elevada.

  • Sensibilidad a matices: notas detalles sutiles que otros pasan por alto.

Así que cuando dices “escucho más fuerte”, lo que realmente ocurre es que tu cerebro amplifica la información relevante para protegerte.Solo que a veces esa protección se siente como un torbellino.


2 bis. Otros nombres, mismas raíces (y por qué la ciencia aún discute qué significa ser sensible)

El concepto de “persona altamente sensible” no nació en TikTok —pero sí ha viajado por distintos laboratorios, teorías y terminologías.

En psicología se le ha llamado Sensory Processing Sensitivity (SPS), mientras que en neurofisiología se habla de Sensory Over-Responsivity (SOR), Sensory Defensiveness, o incluso Sensory Modulation Disorder.Todas describen lo mismo con distintos acentos: un sistema nervioso que responde más intensamente a la estimulación.


En Neuroscience & Biobehavioral Reviews (2019), Michael Pluess y colaboradores explican que la SPS podría entenderse como un continuo de sensibilidad ambiental: desde quienes apenas se inmutan hasta quienes sienten todo, todo el tiempo.

Pero no hay consenso. Algunos investigadores (Dunn, Miller, Ben-Sasson) lo ubican dentro del trastorno del procesamiento sensorial; otros (Aron, Greven) lo defienden como rasgo de personalidad normal; y una tercera línea lo relaciona con rasgos de neurodivergencia, especialmente con el TEA o el TDAH.

También hay críticas legítimas:

  • La falta de biomarcadores objetivos que distingan SPS de ansiedad o trauma, lo que pasa con casi todos los diagnósticos psiquiátricos por cierto.

  • La superposición sintomática con otras condiciones.

  • El riesgo de banalización comercial, donde cualquier rasgo de sensibilidad se etiqueta como “ser PAS”.

  • Y el exceso de autoidentificación sin evaluación profesional, que puede llevar a confusión o a no buscar ayuda cuando hay sufrimiento real.


Un artículo en Frontiers in Psychology (2020) propuso diferenciar la hipersensibilidad sensorial del procesamiento emocional profundo, para evitar que el concepto se vuelva una caja donde cabe todo.

Así que sí, el término “PAS” ha ayudado a miles de personas a entenderse mejor,pero la ciencia sigue debatiendo dónde termina la sensibilidad y dónde empieza la sobrecarga.


3. Tu sistema nervioso no está trastornado: está sobreinformado

Tu sistema sensorial y emocional funcionan como un radar hipersintonizado. Captan las frecuencias más altas del entorno: la tensión en la voz, la microexpresión de enojo, el cambio de tono en una palabra.

Un estudio con resonancia magnética (Neuroscience Letters, 2020) mostró que las personas con alta sensibilidad presentan mayor conectividad entre regiones auditivas y áreas límbicas, es decir, el sonido y la emoción viajan juntos.

Por eso, una voz cargada de rabia puede sentirse como un ruido dentro del cuerpo. No es imaginación, es integración multisensorial intensa.

Y ese “quedar cansada después” es literal:la activación sostenida del sistema simpático (modo alerta) consume energía física y mental.


4. Lo que sí tiene evidencia (y ayuda de verdad)

Regular la respiración; Respirar lento y profundo activa el nervio vago, el gran modulador del sistema parasimpático. En.Frontiers in Neuroscience (2021) concluyen que la respiración diafragmática reduce la reactividad autonómica y mejora la recuperación tras estrés.

Hacer pausas sensoriales, No todo se soluciona con “respira”. Salir del entorno ruidoso, bajar luces, cerrar los ojos o simplemente alejarse unos minutos, permite que el sistema sensorial se resetee. En el Journal of Environmental Psychology (2022) indican que la reducción de estímulos visuales y auditivos mejora la autorregulación en individuos con alta sensibilidad.

Nombrar lo que sientes, Cuando etiquetas la emoción (“esto me está sobrecargando”), el cerebro prefrontal entra en acción y baja la intensidad de la respuesta límbica. En la publicación de Psychological Science (2019): el etiquetado emocional consciente reduce la actividad en la amígdala.

Vínculos seguros, El contacto con personas que no invalidan tus emociones mejora la regulación vagal y la sensación de seguridad interna. En una publicacin del Current Psychiatry Reports (2024) se indica que la conexión social segura amortigua la sobrecarga sensorial.


5. Lo que aún no está claro (pero se comenta mucho)

La teoría polivagal ha ganado popularidad, aunque no toda su evidencia es concluyente. Los “suplementos para la sensibilidad” siguen sin base robusta (aunque el magnesio y la B12 ayudan en algunos casos). Y los videos que prometen “curar la alta sensibilidad en 21 días” merecen la misma credibilidad que un programa para perder 10 kilos en 5 días.


6. En resumen

Si en una discusión escuchas más fuerte, sientes más profundo y te cansas más rápido, no es debilidad. Es sensibilidad. Tu cerebro procesa el mundo con más matices y eso tiene un costo: te agotas antes, pero también percibes más belleza, más verdad y más señales que otros pasan por alto. Me gusta pensarlo como una aplicación que consume mucha batería.

El desafío no es apagar la sensibilidad, sino aprender a modularla, conocerse más que solo juzgarse.

Porque no necesitas endurecerte para sobrevivir. Solo necesitas darte permiso para bajar el volumen, descansar cuando lo necesites, darte el espacio para conocer tus señales.

No es que todo te afecte más. Es que tu radar funciona demasiado bien. Solo falta enseñarle a descansar. Muy fácil de decir, pero sin duda es un desafío aprender a descansar.

 
 
 

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