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“¿Por qué me duele si no he hecho nada?”

  • Foto del escritor: Claudia Salas
    Claudia Salas
  • 13 oct
  • 3 Min. de lectura
Por Claudia Salas Muñoz – Psicóloga & Neuropsicóloga

Postura, sistema nervioso y otras formas sutiles en que tu cuerpo grita (aunque tú calles)

Hay días en que amaneces cansada.

Sin haber corrido.Sin haber peleado.Sin haber hecho nada… salvo sostener el mundo con el cuello tenso y los dientes apretados.

Tu cuerpo pesa, pero no de flojera.Pesa de sostener. De contener. De seguir.¿Te suena? Bienvenida. Hoy hablamos de eso que tu cuerpo siente aunque tu cabeza ya no lo registre:El sistema nervioso autónomo, la postura, el estrés… y por qué no estás loca si te duele todo después de estar sentada frente al computador.


Primero lo primero: ¿quién es el sistema nervioso autónomo y qué tiene que ver contigo?

Te lo explico como le explico a mis pacientes:

Tu sistema nervioso autónomo es como un director de orquesta que decide si estás en modo alerta o en modo descanso, sin que tú tengas que hacer nada. No te pide permiso, pero responde a todo: cómo respiras, cómo te sientas, si aprietas la mandíbula, si duermes mal, si no has parado en todo el día aunque no hayas salido de casa.


Tiene dos modos:

  • Simpático → modo “Sobrevive como puedas”: corazón rápido, músculos tensos, atención hiperactiva.

  • Parasimpático → modo “Puedes bajar la guardia”: cuerpo relajado, digestión activada, mente más clara.

Y adivina qué: tu postura puede influir en cuál se activa. Pero no como lo dice el influencer del gimnasio.


¿Qué dice la ciencia (de verdad)?


Lo que sabemos con certeza:

  1. Las posturas encorvadas y rígidas por mucho tiempo → más dolor y más cansancio.Lo han visto en adolescentes, oficinistas, enfermeras y personas como tú.Estudio tras estudio repite lo mismo: si mantienes posturas forzadas, duele. Punto.

  2. Tener conciencia corporal te protege.Las personas que se dan cuenta de cómo están sentadas, de cuándo están tensas o de cómo respiran... sufren menos dolor y se regulan mejor emocionalmente.No es magia, es atención interoceptiva.

  3. El estrés crónico sí se refleja en el cuerpo.Especialmente en el cuello, la espalda, la mandíbula, los ojos.Y no solo eso: la rigidez corporal puede mantener activo tu sistema de alerta aunque tú ya quieras relajarte.


¿Y qué cosas no están tan claras?

  • ¿Relajar la mandíbula realmente calma al sistema nervioso? No hay estudios específicos que lo confirmen como causa-efecto. Pero sabemos que el cuerpo manda señales al cerebro, y aflojar la cara puede ser una forma de empezar a decirle: “tranquilo, no hay peligro”.

  • ¿Tener “buena postura” basta para evitar el estrés? No. De hecho, forzarte a estar derecha todo el día también puede estresarte más. Lo importante no es la postura perfecta, sino moverte, variar, soltar.El cuerpo humano no fue hecho para quedarse estático. Fue hecho para moverse con fluidez.


¿Cómo se ve todo esto en tu cuerpo?

  • Terminas el día como si hubieras cargado una mochila con piedras, pero solo estuviste sentada.

  • Te sorprendes apretando los dientes sin darte cuenta.

  • Estás acostada, pero no logras descansar porque el cuerpo sigue “encendido”.

  • Sientes que vives “al tiro”, que no puedes detenerte sin culpa.

  • Te mareas o hiperventilas con un pensamiento. Ni siquiera necesitas que algo pase.

Todo eso… es tu sistema nervioso diciendo “basta”. Y tu cuerpo no exagera. Te está cuidando. A su manera.


Entonces… ¿qué puedes hacer?

Esto no es una receta de TikTok. Pero sí es ciencia con compasión:

  1. Muévete con frecuencia. No importa si es elegante o funcional. Solo muévete.

  2. Observa dónde está la tensión. La mayoría no se da cuenta que está apretando hasta que alguien se lo dice. Hoy fui yo.

  3. Respira lento, pero no forzado. La respiración pausada, con exhalaciones largas, activa el modo descanso. Literal.

  4. Dile a tu cuerpo que estás con él. No contra él.No lo corrijas. Acompáñalo.


Para cerrar…

Tu cuerpo no necesita que lo castigues más para “funcionar mejor”. Necesita que lo escuches. El dolor no es flojera. La tensión no es culpa tuya. Es la forma que tiene tu sistema nervioso de avisarte que has hecho mucho por mucho tiempo.

Y no estás sola. Somos muchas aprendiendo a habitar este cuerpo sin guerra.

 
 
 

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